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martes, 1 de noviembre de 2016

El enemigo, la batalla y los ganadores


Creo que a muy poca gente le gusta escuchar sobre guerras, batallas y enemigos. Aún así, todos estaremos de acuerdo en que cuando existen, lo peor que uno puede hacer es ignorarlas y vivir con la ilusión de su supuesta inexistencia. La Palabra de Dios hace una referencia a un enemigo llamado diablo y a una pelea contra él. Además, de ninguna manera sugiere ignorarlo, ni a él ni a sus técnicas. Como 2 Corintios 2:10-11 dice:
2 Corintios 2:10-11
“Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones”
Si alguien sugiere ignorar al diablo y sus artimañas ciertamente no es el verdadero Dios, porque para Él no debemos de ser ignorantes. Tomando esto como punto de partida, trataremos de explorar algunas de las cosas que la Palabra dice sobre el enemigo, la pelea y cómo podemos resistirla.


1. Los dos poderes
El hecho de la existencia de dos fuerzas opuestas que están hoy en día en acción, es evidente en Colosenses 1:12-14 donde hablando de cristianos dice
Colosenses 1:13-14
“El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.
También en Hechos 26:17-18 Jesucristo hablándole a Pablo sobre su misión dijo:
Hechos 26:17-18
“librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados”
Y Efesios 5:8 hablando de nuevo de nosotros dice:
Efesios 5:8
“Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz”
Como se puede ver en todos estos pasajes, alguna vez fuimos “tinieblas” (Efesios 5:8) y estábamos bajo “el poder de Satanás” (Hechos 26:17). Sin embargo, cuando escuchamos la Palabra de Dios en cuanto a Jesucristo y la creímos, fuimos trasladados “de las tinieblas a la luz, y del poder de satanás a Dios” (Hechos 26:17). Un resumen de ambas, tanto nuevo como antiguo estado, viene en Efesios 2:1-9 donde empezando en nuestro estado antiguo leemos:
Efesios 2:1-3
“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.”
Verdaderamente es un estado muy malo, pero ya no es nuestro estado presente del cual leemos a continuación:
Efesios 2:4-9
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”
Todos estuvimos alguna vez bajo el dominio y la influencia del espíritu “quién ahora obra en los hijos de desobediencia” es decir el diablo. Todos fuimos oscuridad alguna vez. Luego, creímos en el Señor Jesucristo y en Su resurrección y esa fe nos salvó (Romanos 10:9). Dios, de muertos que antes estábamos, nos vivificó y nos resucitó juntamente con Cristo. Sin embargo, ¿Dónde están todas las otras personas que aún no han creído? Ahí, donde estábamos nosotros: en oscuridad y bajo el poder de satanás. Como 2 Corintios 4:3-4 nos dice:
2 Corintios 4:3-4
“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.”
¿Quién es el dios de éste siglo quien ciega a la gente para que no vean la luz del evangelio de la gloria de Cristo? Obviamente el que nos ha cegado también es el diablo.
Además, 2 Timoteo 2:25-26
“que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él.”
También estábamos en ese estado, pero ya no. Fuimos liberados por Dios y transferidos de “oscuridad a luz y del poder de satanás a Dios”. No obstante, eso no significa que ya no tengamos nada que ver con el diablo, ya que Dios y el diablo son enemigos y hay una guerra entre ellos y una batalla que pelear.


2. La batalla
La batalla de la que hablamos se describe en Efesios 6:10-18 donde empezando de los versos 10 al 12 leemos:
Efesios 6:10-12
“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”
Como se puede ver, hay una batalla, una lucha entre nosotros y el diablo. No es una pelea contra sangre y carne, es decir contra seres humanos, sino contra principados y potestades y contra gobernadores de oscuridad y huestes espirituales en las regiones celestes. Afortunadamente, en esta pelea espiritual no estamos desprotegidos, ya que Dios nos ha provisto con una armadura, que si nos ponemos podremos pelear exitosamente. Los versos 13-18 nos dan una descripción detallada al respecto:
Efesios 6:13-18
“Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”
Observa que la armadura no es nuestra. Es la “armadura de Dios”. Es algo que Él ha proveído para posibilitarnos el pelear la batalla espiritual exitosamente. Por lo cual, lo que se requiere de nosotros no es hacer la armadura sino simplemente tomarla. Si lo hacemos, está prometido que “que podremos resistir en el día malo”.
Más información sobre la batalla espiritual y especialmente sobre las armas que Dios nos ha dado para pelearla la encontramos en 2 Corintios 10:3-5 que dice:
2 Corintios 10:3-5
“Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”
De nuevo se nos habla de una guerra, la cual no es carnal y de armas que tampoco son carnales. Si la batalla no es carnal significa que es espiritual, como la batalla de Efesios 6. Ahí leemos sobre la armadura que Dios nos ha dado para ponernos y para resistir contra las asechanzas del diablo. Aquí aprendemos que las armas que Dios nos ha dado para esta guerra espiritual no son carnales “sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”.

Por lo cual, de una forma u otra la conclusión de los pasajes anteriores es que hay una pelea que no es carnal sino espiritual. Eso es un hecho que no se puede alterar. Esa es la verdad que Dios ha declarado en Su palabra para nuestro beneficio. Nos guste o no esa es la verdad. Si la peleamos o no, esa es la verdad. Lo único que depende de nosotros es el resultado de la pelea ya que podemos ignorarlo y no ponernos la armadura de Dios, en cuyo caso seremos devorados por el enemigo (1 Pedro 5:8-9), o nos la pondremos y resistiremos y así podremos resistir exitosamente.


3. Persecución, tribulación y liberación
Habiendo visto la batalla espiritual que tenemos que pelear, vamos a continuar para ver algunas de las cosas que esta batalla puede implicar para nosotros en esta práctica. Ya que es evidente, puesto que estamos en una pelea con el diablo y esto puede implicar algunas acciones tomadas de parte de él. Empezando de Juan 15:18-21 leemos:
Juan 15:18-21
“Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado.”
Como se puede ver una cosa es estar “en el mundo” y otra ser “del mundo”. Es evidente del hecho que en Juan 17:11 los discípulos y nosotros, estamos descritos como “en el mundo”, aquí se nos dijo que no somos “del mundo”. La diferencia es realmente grande, como aquellos “del mundo” tienen un gobernador completamente diferente que aquellos que no son “del mundo” es decir nosotros. ¿Quién es el que gobierna a aquellos del mundo? Podemos verlo en Juan 14:30 donde Jesús, hablando a sus discípulos dijo1:
Juan 14:30
“No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí”
Y también 1 Juan 5:9 dice:
“Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo”
Nosotros, los cristianos somos de Dios. Él es nuestro gobernador, nuestro Señor. Sin embargo, no es “el gobernador de este mundo”. De lo contario, como el texto dice, todo el mundo está con el malo es decir, el diablo, “el dios de este siglo” de 2 Corintios 4:3 y “el gobernador de este mundo” de Juan 14:30. Esa es la razón por la que Jesucristo nos advierte de persecución del mundo. Algunos del mundo guardaron Su Palabra y le siguieron. Otros la negaron y lo persiguieron. Hoy en día es lo mismo. Algunos, como nosotros, escucharemos la Palabra de Dios, la creeremos y seremos trasladados “del poder de Satanás a Dios”, mientras que otros la negaran y nos perseguirán2. Sin embargo, el hecho de que seamos perseguidos no significa que debemos perder el ánimo. Como Jesús dijo en Juan 16:33:
Juan 16:33
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”
Jesucristo nos dice muy directamente que en el mundo tendremos tribulación. Sin embargo, no se detiene ahí sino que nos anima a “tener buen ánimo” porque Él ha vencido al mundo. Y no solo eso, sino que el que ha vencido al mundo, Jesucristo, está ahora en nosotros. Colosenses 1:27 dice:
Colosenses 1:27
“a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,”
También 2 Corintios 13:5 dice en forma de pregunta:
“¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?
Cristo, el que venció al mundo, está ahora en ti. Como 1 Juan 4:4 dice:
1 Juan 4:4
“Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.”
Mayor es el que está en mi que el que está en el mundo: el diablo. Por supuesto que habrá tribulación y persecución. La Palabra es muy clara en esto. No se detendrá ahí sino que también habrá liberación del Señor. Como Pablo dijo en 2 Timoteo 3:10-12 dando su testimonio personal:
2 Timoteo 3:10-12
“Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, persecuciones, padecimientos, como los que me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra; persecuciones que he sufrido, y de todas me ha librado el Señor. Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución;”
¿Quién dice que porque somos cristianos no tendremos persecución? Ciertamente no en el mundo, porque está frente a nuestros ojos: “todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución;”. Por lo tanto, no seamos miserables si tenemos que enfrentar persecución porque la persecución se levanta en contra de aquellos que caminan con Dios y “desean vivir piadosamente en Cristo Jesús”. Eso por supuesto no significa que todo lo que tendremos en la vida serán persecuciones. Pablo sufrió mucha tribulación y muchas persecuciones, pero como dice: “y de todas ellas el Señor me libró”. La persecución es solo un lado de la moneda. El otro es la liberación del Señor. Como Pablo de nuevo testifica unos pocos versos más delante:
2 Timoteo 4:16-18
“En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén. ”

Lo normal es que toda la familia, toda la iglesia de Dios3 esté junto a ti y tu junto con ellos. Desafortunadamente, como la Palabra demuestra aquí, es posible que eso no suceda, ya que depende de que si cada miembro de la familia camina en el Espíritu (la nueva naturaleza) o en la carne (la vieja naturaleza). En nuestro caso, todo voló de Pablo. Un hombre que había trabajado tan duro, tan comprometido para Dios sirviendo a Su pueblo, fortaleciéndolos y dándoles a conocer la Palabra de Dios, fue desamparado por todos, menos uno: el Señor quien fue el único que estuvo con él. Y verdaderamente Él es el único al que deberíamos esperar con seguridad para que esté fielmente con nosotros, como promete en Hebreos 13:5-6:
Hebreos 13:5-6
“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré Lo que me pueda hacer el hombre”
Todos los demás podrán dejarte. Pero el Señor nunca te dejará sino que siempre te librará mientras estés con Él. Como Pablo dijo confiadamente: y el Señor me librará de toda obra del enemigo y me perseverará para Su reino celestial”. También como leímos en Romanos 8:35-36:
Romanos 8:35-36
“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero.”
¿A caso la última frase del pasaje anterior dice que no tendremos tribulación? No, lo que dice es que en la tribulación seremos más que vencedores. Lo mismo con lo demás: hambre, desnudez, persecución, espada etc. ¿Quién dice que todo eso no sucederá porque somos cristianos? Ciertamente la Palabra no. Porque la Palabra dice que “en todas estas cosas (lo que significa que vendrán en nuestro camino) seremos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”.
Por lo cual cerrando: hay una batalla espiritual por la que tenemos que pelear. En esta batalla no estamos desprotegidos sino que tenemos la armadura de Dios, las armas espirituales de Dios que son las únicas apropiadas para esta batalla. También tenemos a Dios que es más grande que cualquiera y está especializado en librarnos y sacarnos de las trampas y tentaciones del enemigo. Si el gobernador de este mundo levanta persecución en contra nuestra, no te asombres. Es absolutamente natural y significa que su reino tiene problemas contigo. Permanece fiel en la dificultad a Dios porque en 2 de Pedro 2:9 dice: “el Señor sabe como librar a los piadosos de las tentaciones4”.


Sirviendo juntos al Señor


Pastor Tony Hancock
Steve Jobs, el difunto fundador de la compañía Apple, una vez contó la historia de algo que le sucedió en su niñez. Entre sus amigos se encontraba un hombre anciano, de más de ochenta años. Un día, este hombre lo llevó al garaje y le dijo: "Quiero mostrarte algo". Sacó un extraño aparato, un pequeño motor con una lata encima.


Luego, el hombre y el niño salieron al jardín, donde recogieron algunas pequeñas piedras, muy ordinarias. Eran ásperas, sucias y feas. Colocando las piedras en el aparato con un poco de arena, el hombre echó a correr la pequeña máquina. ¡Qué sonidos más feos producía! Las piedras se golpeaban y raspaban una contra otra. Su amigo anciano le dijo a Steve Jobs que regresara al día siguiente.

Cuando volvió, los dos abrieron juntos el contenedor donde habían estado las piedras. Pero ahora, ¡eran totalmente diferentes! Aquellas piedras que el día anterior habían sido feas y ásperas ahora estaban pulidas, brillosas y bellas. Reflejaban la luz, con muchos colores distintos.

Dios nos ha llamado a servirle juntos. Sin embargo, muchas veces la experiencia de servir a Dios al lado de otros creyentes se parece a estar dentro de esa máquina, dándonos golpes y raspones. La tentación es de salirnos, cuando Dios nos está puliendo. ¿Cómo podemos servir provechosamente al lado de otros creyentes? Hoy vamos a ver un ejemplo. Abramos la Biblia en 1 Corintios 16:10-14:

16:10 Y si llega Timoteo, mirad que esté con vosotros con tranquilidad, porque él hace la obra del Señor así como yo.
16:11 Por tanto, nadie le tenga en poco, sino encaminadle en paz, para que venga a mí, porque le espero con los hermanos.
16:12 Acerca del hermano Apolos, mucho le rogué que fuese a vosotros con los hermanos, mas de ninguna manera tuvo voluntad de ir por ahora; pero irá cuando tenga oportunidad.
16:13 Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.
16:14 Todas vuestras cosas sean hechas con amor.

Timoteo era un miembro del equipo del apóstol Pablo. El apóstol le tenía mucha confianza; lo dejó como encargado de varias de las Iglesias que había plantado, y también lo envió en varias misiones importantes. Timoteo era un hombre joven, y era de carácter tímido. En una de las cartas que le escribió a Timoteo, Pablo le dijo: "No permitas que nadie te subestime por ser joven. Sé un ejemplo para todos los creyentes en lo que dices, en la forma en que vives, en tu amor, tu fe y tu pureza." (1 Timoteo 4:12 NTV)
Ahora, el apóstol Pablo lo pensaba enviar a Corinto, pero él sabía cómo eran los miembros de esa Iglesia: arrogantes y pendencieros. Temía que podrían menospreciar a Timoteo y hacer que se desanimara. Por lo tanto, Pablo les manda hacerle sentir cómodo y apoyarlo. Los corintios fácilmente podrían decir: "¿Quién es éste? ¡Es muy joven! Si llega Pablo, lo escucharemos; pero a este jovencito Timoteo no tenemos por qué prestarle atención."

Pero el apóstol Pablo no quería que eso sucediera. El sabía que Timoteo tenía el potencial de ser un gran líder y gran siervo del Señor, y no quería que los corintios lo desanimaran. Nosotros también, si queremos servir juntos en el Señor, tenemos que aprender a animar y apoyar a los jóvenes y nuevos.
Hace años, en otra Iglesia, tuve que estar fuera un domingo por la noche. Dejé a un hermano encargado del estudio bíblico. Cuando regresé, me enteré de lo que había sucedido en mi ausencia. Otro de los hermanos había llegado al estudio bíblico, y se había dado cuenta de que yo no iba a estar presente. Cuando vio que otra persona iba a dar el estudio, dijo: "¿Qué me va a enseñar él? ¡Si es tan nuevo como yo!" ¡Y se fue de la reunión!

Era un creyente nuevo, así que quizás podamos comprender su manera de pensar. Pero como creyentes maduros, tenemos que aprender a pensar de un modo diferente. Si alguien apenas está empezando a aprender a predicar, a dar una clase o a servir al Señor de cualquier otra manera, Dios nos llama a animar y apoyarlo. No nos ha puesto para criticar, sino para edificar.
La segunda persona que se menciona en estos versículos es Apolos. El fue un gran predicador y maestro de las escrituras del Antiguo Testamento, mostrando cómo se habían cumplido en Cristo. De hecho, algunas personas creen que Apolos fue el escritor de la carta a los Hebreos.
No siempre había sido un gran expositor de la Palabra. Cuando empezó a predicar, no entendía bien el evangelio. Dos colaboradores de Pablo se dieron cuenta, y lo tomaron aparte para explicarle mejor el camino de salvación. Esta pareja se llamaba Priscila y Aquila, y eran fabricantes de carpas, como lo era también el apóstol Pablo.

En base a la conexión forjada a través de Priscila y Aquila, se desarrolló una relación de cooperación entre Pablo y Apolos. Parece ser que los corintios le pidieron a Pablo en su carta que les enviara a Apolos, y aquí está su respuesta. Le había propuesto a Apolos que fuera a Corinto, pero él no estaba dispuesto a ir en ese momento. Cuando se le presentara la oportunidad, lo haría.
Podríamos imaginarnos que Pablo, como apóstol, como fundador de muchas Iglesias y gran hombre de Dios, le dijera a Apolos: "¡Tienes que ir! ¡Yo te lo ordeno!" Pero no hizo esto. Rogó a Apolos que fuera a Corinto a predicar; pero cuando no quiso, Pablo lo aceptó y simplemente les avisó a los corintios que Apolos iría cuando tuviera la oportunidad.

Parece ser que el apóstol aprendió la lección de algo que le había sucedido pocos años antes, cuando se separó de su buen amigo Bernabé a causa de Marcos. Durante su primer viaje misionero, Marcos había acompañado a Pablo y Bernabé, pero los había dejado a mitad del camino. Al comienzo de su segundo viaje misionero, Bernabé quería llevar a Marcos y darle una segunda oportunidad. Pablo, en cambio, no quiso. Fue tan grande su desacuerdo que Pablo y Bernabé terminaron separándose, y Pablo llevó a Silas mientras que Bernabé se llevó a Marcos.

Quizás ahora el apóstol había aprendido a ser un poco más flexible. Había aprendido a respetar las decisiones de otros. Nosotros también tenemos que hacer lo mismo, si queremos servir juntos al Señor. Tenemos que aprender a aceptar que otros tienen diferentes perspectivas, a escucharles y respetar sus opiniones y decisiones personales.

Con esto, no me refiero a cuestiones morales donde la Biblia es muy clara. El pecado es pecado, aunque otros no lo quieran reconocer. No podemos fingir que lo malo es bueno, simplemente por quedar bien con otros. Tampoco debemos tolerar el pecado abierto y sin arrepentimiento dentro de la Iglesia, simplemente por quedar bien y no causar problemas.
Pero muchas veces, confundimos nuestros propios deseos con la voluntad de Dios en cuestiones que no tiene valor moral. Pensamos que sólo se puede tocar cierta clase de música dentro de la Iglesia. Creemos que todos los que asisten a la Iglesia deben vestirse como nosotros. Estamos seguros de que las cosas deben hacerse exactamente como nosotros siempre las hemos hecho, y cuando alguien propone algo diferente, nos ofendemos.

El Señor nos llama a respetar las opiniones y las decisiones de otros, así como lo hizo Pablo con Apolos. Así podemos servir juntos al Señor, en lugar de separarnos por cosas insignificantes.
En realidad, si queremos servir juntos al Señor, debemos ser valientes y amorosos. Leamos de nuevo los versos 13 y 14. Tenemos que estar alerta, porque estamos bajo ataque. Hay fuerzas de maldad y mentira que siempre nos están tratando de engañar, y tenemos que estar despiertos. No podemos soltarnos de la fe que hemos recibido.

En todo esto, debemos ser valientes y fuertes. En griego, la palabra literalmente significa, sean hombres. Por supuesto, las mujeres también pueden ser fuertes. Conozco a muchas mujeres valientes, que enfrentan la vida con fuerza. En el servicio al Señor, tenemos que ser valientes. No podemos vivir para Cristo en este mundo si estamos buscando una vida fácil y sin problemas.

Pero la valentía sin amor se puede convertir en atropello. Es por esto que, luego de llamarnos a ser valientes y fuertes, Dios nos llama a hacerlo todo con amor. Cristo nos ha llamado a pelear como soldados en una batalla. Tenemos que ser valientes. Pero la guerra no es contra los miembros de nuestro propio ejército, contra nuestros hermanos y hermanas en la fe. La guerra es espiritual, y nuestro enemigo es Satanás. Es contra él que peleamos, con la verdad de Dios y en el poder del Espíritu.

Hace poco, vi unas hormigas que habían logrado capturar un enorme gusano. El gusano era mucho más grande que una hormiga, pero las hormigas estaban trabajando juntas para llevar el gusano a su nido. Si una hormiga sola hubiera tratado de cargar ese gusano, sería una total frustración. Pero trabajando todos unidos, hicieron lo aparentemente imposible.

Nosotros también enfrentamos una tarea aparentemente imposible - compartir el evangelio con todo el mundo y mostrar el amor de Cristo. ¿Qué diferencia puede hacer uno solo? Quizás no mucho - pero si trabajamos juntos, ¡el cielo es el límite! ¿Estás dispuesto a trabajar hombro a hombro con tus hermanos? Anima a los que están empezando. Respeta a los demás. Sé valiente, y hazlo todo con amor. Con Cristo, lograremos la victoria.


BUSCA A DIOS EN TODO TIEMPO


Introducción: La Biblia nos dice “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano” (Isaías 55:6), la palabra buscar es traducida del término hebreo “darásh” que además significa: pisar o frecuentar; por lo general seguir (en persecución o búsqueda); por implicación buscar o preguntar; específicamente indica adorar.

Podemos decir entonces que un adorador es un incansable buscador de la presencia de Dios.
Si un minero dedica su vida a buscar esmeraldas, con la esperanza de encontrar la más grande, nosotros debemos buscar con perseverancia y pasión el tesoro más grande que hombre alguno pueda tener: Jesucristo nuestro Señor…  

    
1) AÚN DESDE LA DIFICULTAD DEBEMOS BUSCAR A DIOS

a) La integridad delante de Dios, no implica ausencia de dificultades (Lucas 1:5-7).      

Nota: La Escritura nos describe a Zacarías y Elisabet, como “justos delante de Dios e irreprensibles en todos los mandamientos del Señor”, ante esto (el no nacimiento de su hijo), seguramente se hicieron muchas preguntas: ¿por qué? ¿Para qué? ¿Hasta cuándo? ¿Qué hicimos mal? Cuando se casaron en su juventud, lo hicieron con muchas expectativas, pero pasaron los años y la esperanza desfalleció (“eran ya de edad avanzada”).     

    b) La actitud ante los problemas determina nuestro servicio a Dios (Lc. 1:8-10)  

Nota 1: Ésta pareja enfrentó diferentes facetas difíciles en el proceso: 
Ø Murmuración de sus vecinos y familiares (Desde la mentalidad judía, no tener hijos era señal de castigo divino por algún pecado secreto, así como tener hijos era sinónimo de bendición).  
Ø Rechazo en ciertos círculos sociales, y tal vez burla,   
Ø Su propia lucha de fe.

Nota 2: Pero esto no hizo murmurar a Elisabet, ni se quejó, ni volvió atrás, e igualmente su marido Zacarías, tampoco abandonó el servicio al Señor. Su crisis no hizo que negaran la bondad y soberanía de Dios. No entendían pero seguían adelante sin negar al Señor y esto honra a Dios, pues Jesús dijo: “Bienaventurados lo que no vieron y creyeron”.




2) LOS TIEMPOS SON DE DIOS.                

a) En el tiempo diseñado en el cielo, se manifestó el Señor, Lc. 1:11.    

Nota: En el idioma griego existen varios términos para la palabra tiempo, se destacan: “Kairos” (que es el momento oportuno, tiempo favorable, tiempo señalado), y el “Cronos” (que es el lapso o período de tiempo, momento, ocasión, origen de palabras como cronometro). Kairos marca calidad y Cronos la cantidad, el primero implica el tiempo de Dios y el segundo, el tiempo de los hombres. El plan redentor diseñado en el cielo, dictaba que Juan el Bautista (el hijo de Zacarías y Elisabet) nacería seis meses antes que Jesús, pues éste lo anunciaría. Dios siempre sabe lo que hace, por eso busca a Dios en todo en tiempo.     



b) Nuestras oraciones conservan su poder ante el trono del Señor, y son respondidas en su tiempo (Lc. 1:12-13)               

Nota: El contexto nos deja ver que ellos habían dejado de orar por el hijo, por un milagro, lo hicieron durante años, pero con el paso de éstos, perdieron su esperanza. Zacarías significa: recordado por el Señor (esto indica entonces que Dios no se había olvidado de ellos) y Elisabet significa: Juramento de Dios (es decir Dios cumpliría su plan, no fallaría). 

El ángel informa que esas oraciones estaban delante de Dios y había llegado el tiempo de la respuesta: “tu oración ha sido oída y tu mujer Elisabet dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Juan”, Lo que era imposible para ellos, para los familiares y demás, Dios lo hizo, porque él es todopoderoso y misericordioso, y que interesante que Juan significa: gracia o misericordia del Señor, porque esto fue lo que Dios tuvo con ellos.     
              
3) LA ACCIÓN DE DIOS PRODUCE BENDICIÓN PARA MUCHOS.              

a) La voluntad perfecta de Dios es lo mejor, Lc. 1:14-16                    

Nota: Lo vemos por varias razones: 
1. Para el propósito y gloria de Dios, nacería aquel de quien Jesús dijo: “Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista” (Mateo 11:11),
2. Para nosotros (pues dijo le permitió a Zacarías y Elisabet disfrutar la bendición, por eso dice el texto: “tendrás gozo y alegría”),
3. Para muchos (el pasaje nos dice: “muchos se regocijarán” y “muchos se convertirán al Señor”).  


b) Zacarías y Elisabet experimentan restauración y nuevas bendiciones,      Lc. 1:24-25. 

Nota: El texto bíblico nos dice que Elisabet “concibió” y ella nunca había tenido esa experiencia… Dios nos sorprende con cosas nuevas, y aun cuando no las estamos esperando. Elisabet dijo: “el Señor se dignó quitar mi afrenta”, la palabra afrenta, desde el griego nos indica: Descrédito, desgracia, afrenta, vituperio, algo vergonzoso. Pero Dios restaura su buen nombre, levanta su papel como esposa fértil y madre, ahora cuenta con una gracia especial y nueva del Señor sobre su vida, ahora hablan de ella pero por lo que Dios ha hecho, y como padres no solo disfrutan de un hijo, sino que educan a un profeta del Señor, voz de Dios, aquel que anunciaría que Jesucristo había llegado a Israel.
        
Conclusión: Buscar a Dios es un estilo de vida, debemos identificar de manera consciente que él es la fuente de agua de vida, por tanto, sin él nuestra vida se seca. Sólo caminando con él, llegaremos al cumplimiento del plan divino. Busca a Dios en todo tiempo.