Buscar este blog

viernes, 22 de julio de 2016

Más allá del enamoramiento

¿Es fácil distinguir el amor verdadero del enamoramiento? No. El desenfreno al principio de una aventura romántica acarrea una marca para toda la vida. Simplemente, trate de decirle a un joven sentimental y soñador de 16 años que no está realmente enamorado, que solamente está ilusionado. Él sacará de repente su guitarra y te cantará una canción acerca del “verdadero amor”. Él sabe lo que siente, y lo que siente es grato. Pero mejor disfruta el viaje en la montaña rusa mientras dure, porque está predestinado a terminar.
Yo tengo que recalcar este punto con el mayor de los énfasis: el regocijo del enamoramiento no es nunca una condición permanente. ¡Punto! Si esperas vivir en la cima de la montaña año tras año, te puedes olvidar de eso. Las emociones oscilan de altas a bajas en un ritmo cíclico, y como el entusiasmo romántico es una emoción, este también, por supuesto, oscilará. Si la emoción del encuentro sexual es identificada como amor genuino, entonces la desilusión y la decepción están tocando a la puerta.
¿Cuántas parejas jóvenes son vulnerables a enamorarse en la primera cita y se encuentran atrapados en el matrimonio antes de que haya progresado el vaivén de sus emociones desde su primer encuentro? Después, despiertan una mañana sin un sentimiento claro y concluyen que el amor ha muerto. En realidad, nunca estuvo en primer lugar. Ellos se engañaron por una emoción “alta”.
He tratado de explicar estas características de “sube y baja” de nuestra naturaleza psicológica a un grupo de cien parejas jóvenes casadas. Durante el período de discusión, alguien preguntó a un hombre joven del grupo por qué él se había casado tan joven, y él contestó: “Porque yo no supe de esa línea ondulada hasta que era muy tarde”. ¡Ay! Esto es verdadero. Esa línea ondulada tiene atrapado a más de un joven romántico.
La “línea ondulada” es manipulada hacia arriba y hacia abajo por las circunstancias de la vida. Incluso cuando un hombre y una mujer se aman profunda y genuinamente, ellos se pueden encontrar a sí mismos sobrecargados en una ocasión y emocionalmente blandos en otra. Como verá, su amor no está determinado por las altas y bajas, pero está subordinado a una entrega de sus voluntades. La estabilidad viene de esta determinación incontenible de hacer del matrimonio un éxito y mantener la llama resplandeciente a pesar de las circunstancias.
Desafortunadamente, no todos están de acuerdo con el divinamente inspirado concepto del matrimonio permanente. Hemos escuchado a la ilustre antropóloga, la doctora Margaret Mead, abogar a favor del matrimonio a prueba en los jóvenes; nosotros hemos hecho propaganda de aceptar el matrimonio comunitario y el contrato matrimonial y la convivencia. Incluso nuestra música ha reflejado nuestra búsqueda a tientas, sin propósito, de una relación novedosa entre el hombre y la mujer.
Una idea tonta es que el amor romántico solo puede sobrevivir en ausencia de un compromiso permanente. El cantante Glen Campbell tradujo su pensamiento a la música en su una vez popular Gentle on my mind [Algo agradable en mi pensamiento]. Parafraseando la lírica, él decía que el matrimonio no era la firma en tinta de colores estampada en algún certificado de matrimonio, que mantenía en su enrollada ropa de cama escondida detrás del sofá en su hogar de enamorados; era sabido que él podía irse y dejarla en cualquier momento que deseara, que ella no podía mantenerlo en su escondite. Había libertad de abandonarla o mantenerla “agradable en su mente”.
Qué idea tan ridícula pensar que existe una mujer que puede dejar a su amado ir y venir sin sentimientos de pérdida, rechazo o abandono. Qué ignorante es el poder del amor (y el sexo) que hace de nosotros “carne”, desgarrando y despedazando esa carne inevitablemente en el momento de la separación.
Y, por supuesto, la canción del hermano Campbell no decía nada del niño que va a nacer producto de aquella relación, cada uno preguntándose si papá estará ahí mañana por la mañana; o si él ayudará a la mujer a pagar las cuentas o bien vendrá por la vía de ferrocarril tomando sorbos de café y pensando retrospectivamente en sus buenos pensamientos. Usted no podrá ver a esta pequeña mujer parada en la entrada de la casa con sus niños, agitando un pañuelo y diciendo: “Adiós, querido. Pasa por casa cuando puedas”.
Si un amor genuino está arraigado en un compromiso voluntario, ¿cómo uno puede saber cuándo este llega? ¿Cómo puede distinguirse de enamoramiento temporal? ¿Cómo pueden ser interpretados los sentimientos si estos son informales e inconstantes?
Hay solo una respuesta para esas preguntas: esto toma tiempo. El mejor consejo que puedo darle a una pareja que considera el matrimonio (o cualquier otra decisión importante) es este: no tomar decisiones que conforman la vida rápida o impulsivamente, y cuando haya duda, deténgase un tiempo. Esta no es una mala sugerencia, y todos podemos aprovecharla.
“Amor” a primera vista
Aunque algunos lectores no estén de acuerdo conmigo, el amor a primera vista es física y emocionalmente imposible. ¿Por qué? Porque el amor no es simplemente un sentimiento de emoción romántica; vas más allá de la atracción sexual intensa; excede la emoción de “alcanzar” una posición social alta. Son emociones que pueden ser desatadas a primera vista, pero no constituyen el amor. Yo quisiera que el mundo entero conociera esta realidad. Estos sentimientos temporales difieren del amor en que ellos han puesto su mira. ¿Qué me sucede? ¡Esto es lo más fantástico que me ha pasado! ¡Creo que estoy enamorado!
Usted ve, estas emociones son egoístas en el sentido de que están movidas por nuestra propia gratificación. Tienen poco qué hacer por el nuevo novio. Semejante no a una persona que está enamorada de otra, ¡sino a una enamorada del amor! Y la diferencia entre las dos es enorme.
Las canciones populares en el mundo de la música revelan una vasta ignorancia del significado del amor. Un inmortal número musical afirma: “Antes de que el baile terminara, yo sabía que la amaba”. Yo me pregunto si el cantante de boleros mantendría esto mismo mañana por la mañana. Otros confiesan: “Yo no sé qué hacer”, entonces susurran: “¡Te amo!”. ¡Esta realmente es la que más me ha impactado! La idea de un compromiso para toda la vida en completa confusión parece un poco inestable, hasta en el mejor de los casos.
El verdadero amor, en contraste con el concepto popular, es una expresión del más profundo aprecio por otro ser humano; es un gran conocimiento de sus necesidades y anhelos por el pasado, presente y futuro. Es desinteresado, bondadoso y ofrece protección. Y, créame, estas no son actitudes de alguien enamorado a primera vista; sin embargo, caen en un foso.
Yo he desarrollado un gran amor por mi esposa a través de toda la vida, pero no es algo espontáneo. Lo he cultivado y ese proceso toma tiempo. Yo la conocí antes y pude apreciar la profundidad y la estabilidad de su carácter, la pude conocer con los matices de su personalidad, los cuales ahora aprecio. La familiaridad en la cual el amor ha florecido, simplemente no puede ser generada en “una noche encantada… a través de un salón repleto”. No se puede amar algo desconocido, no importa cuán atractivo, sexy o guapo sea.
¿Amor eterno?
El amor, incluso el amor genuino, es algo frágil. Tiene que mantenerse y protegerse para sobrevivir. El amor puede perecer cuando un hombre o una mujer trabajan los siete días de la semana, cuando no tienen tiempo para una actividad romántica, cuando olvidan cómo hablarse el uno al otro. El lado fuerte en una relación amorosa puede enfriarse por las presiones de la rutina diaria, como yo lo experimenté durante los primeros tiempos de mi matrimonio con Shirley. Yo trabajaba a tiempo completo y estudiaba en la universidad de Carolina del Sur, tratando de terminar mi doctorado. Mi esposa enseñaba en una escuela y mantenía nuestro pequeño hogar.
Recuerdo claramente la noche que comprendí lo que esa vida tan ocupada le estaba haciendo a nuestra relación. Nos seguíamos amando, pero hacía tiempo que nos faltaba el ánimo cálido y la cercanía. Mis libros de texto fueron puestos al lado aquella noche, y salí a caminar. El semestre siguiente no me comprometí tanto en la escuela y pospuse mis metas académicas para preservar aquello que yo valoraba más.
¿En qué lugar usted pone su matrimonio en su escala de valores? ¿Le corresponde las sobras y los restos del ocupado programa, o es algo de gran valor para ser preservado y apoyado? Puede morir si se deja desatendido.

Escrito por Dr. James Dobson – Tomado del libro: El amor romántico de Unilit.


No hay comentarios:

Publicar un comentario